Tenemos una obsesión innata a buscar explicaciones de todo aquello que nos resulta incomprensible, lo hacemos hasta el hastío. Lo inesperado, como este apagón masivo, debe pasar siempre por el frenético proceso de resolución de problemas, aplicado a todo lo que requiera una respuesta. Es una necesidad llevada, en ocasiones, al absurdo. Las prisas suelen aliñar la cuestión con contradicciones y precipitaciones, como si importase más tener la respuesta a que sea la más acertada posible. Mitos, hechos sobrenaturales, eventos atribuidos a los dioses, eclipses, tormentas, catástrofes como señales...