¿Cómo se hace filosofía?

La filosofía es parte de nuestro ser, pertenece a la naturaleza humana. Por eso si queremos saber qué es la filosofía no podemos separar la pregunta de la acción filosófica como tal, o dicho de una forma más cómoda, vamos respondiendo a qué es a medida que se va haciendo. Evitar este procedimiento sería como pretender saber nadar sin tirarse al agua o como el caminante que quiere serlo sin hacer camino.

El ser humano no pude separar su esencia de la capacidad de filosofar, ningún otro animal lo hace, pero si queremos saber qué es la filosofía hay que tomar conciencia de que efectivamente se está haciendo y practicarla necesariamente.

Seguramente hay más formas de estructurar esta práctica filosófica, pero apuesto por tres: disertación, diálogo e interpretación de textos. Primero la reflexión por escrito como tal, la disertación filosófica; un tema, unos argumentos, un desarrollo y una conclusión ni mucho menos cerrada. Segundo, el fruto del encuentro con otros filósofos que han dejado por escrito sus ideas, el comentario de textos de filosofía, que es el diálogo entre el pensamiento y contexto del autor del texto y el lector, con tan solo un fragmento de esas ideas que un día se dejaron por escrito. Para el tercer lugar hemos dejado a la palabra desnuda y su uso en el diálogo; la filosofía siempre ha estado unida al encuentro de pensamientos en voz alta. Comencemos.

LA DISERTACIÓN FILOSÓFICA

Básicamente se trata de una reflexión personal sobre un asunto con la intención de plantear razonadamente una duda o con la intención de aclararlo y resolverlo. Es un esfuerzo de redacción, de explicación y análisis al mismo tiempo que requiere capacidad de crítica y valoración. Un acto propiamente filosófico que necesita para realizarse de una técnica básica. Debe ser argumentada, profunda, buscar la raíz del problema, crítica, clara y coherente.

Podemos decir que:

  • Supone un esfuerzo de reflexión que exige pericia para conducir y expresar el propio pensamiento.
  • Se trata de un acto filosófico que requiere aprender una técnica, pues es un género particular de composición escrita que sigue unas reglas específicas a las que conviene ajustarse.
  • La disertación se inscribe en una relación con un destinatario e implica la voluntad de convencer por medio de la argumentación. Así pues esta técnica filosófica sólo es pensable como un diálogo basado en la argumentación racional.
  • En ella se pone a prueba el espíritu crítico de quien la elabora y la capacidad de plantear y analizar las nociones y problemas que un tema pone en juego.
  • En definitiva, se pretende construir una reflexión clara, rigurosa y coherente; no se trata, en absoluto, de reproducir una lección aprendida.
  • El modelo de disertación más extendido consta de tres partes: introducción, desarrollo y conclusión.

Introducción

No demasiado extensa, precisa, de una extensión aproximada de 10 líneas aproximadamente. En ella se plantea el problema, se subraya su importancia y se desvelan sus presupuestos.

No se trata de adelantar la conclusión sino de plantear el problema o la tesis a tratar.

Puede ser formulada en forma de pregunta. Entonces se pueden usar una o varias cuestiones con interrogantes filosóficos. Por ejemplo si el tema es “Libertad y liberación”, una de las preguntas que podríamos hacer, es: “¿La libertad es siempre una liberación?” Con ello, la reflexión se enfoca de forma más directa.

Es conveniente que incluya una enumeración de los pasos a seguir.

Desarrollo

En esta parte se despliega y llena de contenido el esquema proyectado.

Exige poner en juego los conocimientos que se tienen sobre la materia en cuestión, sin divagar hacia cuestiones irrelevantes.

Si el tema se presenta con un texto de la obra concreta de un autor, se interpretará dicho fragmento considerando el conocimiento que se tenga del pensamiento de tal filósofo.

No existe un plan universal válido para todos los temas.

Son siempre posibles varios tipos de estrategias. Sin embargo, ciertos asuntos demandan un determinado plan. Por ejemplo:

a) Cuando el tema exige afirmar o negar una tesis como la siguiente: “¿Se puede decir que los seres humanos somos libres?”, el plan puede comenzar exponiendo la tesis que se rechaza: seguidamente los argumentos de la misma: para luego refutar dichos argumentos y pasar a establecer la tesis contraria, que es la que se quiere defender. O bien se puede empezar exponiendo la tesis a defender con sus respectivos argumentos, después, las objeciones contra esa tesis; y, por último, la refutación de esas objeciones.

b) Cuando permite afirmar o negar una tesis, pero también una postura intermedia: una síntesis, entonces se puede plantear una estrategia dialéctica. Por ejemplo, ante la cuestión “¿Se puede decir que la cultura es la que hace al ser humano?”, la respuesta puede defender que “la cultura es la que hace al ser humano” o que “el ser humano es el que hace la cultura”, pero también ambas a la vez.

El plan dialéctico tiene tres partes: la primera, la presentación y defensa de una tesis; la segunda, la exposición y el apoyo de la antítesis; y tercera, la síntesis. Este procedimiento implica que la tesis y la antítesis no son realmente contradictorias, sino que son compatibles.

c) Cuando se trata del análisis de una noción o concepto, como por ejemplo: “¿Qué es la verdad?”, entonces el plan será analítico: primero la noción se descompondrá en los elementos que la integran y se dará su definición; segundo, se estudiarán aquellos conceptos que se derivan inmediatamente de ella; y tercero, se desarrollarán los problemas que genera: sus interpretaciones, su importancia y valor, etc.

d) Cuando plantea la relación que existe entre dos o más conceptos, por ejemplo: “Opinión, creencia y saber”, conviene hacer en primer lugar el análisis de cada uno de los conceptos, planteando, luego, la relación entre ellos; y, después, exponer los argumentos que defienden la relación propuesta, aclarando si son conceptos que entran en contradicción, si se presuponen, si se reducen unos a otros, etc.

Conclusión

Es el espacio donde se cierra el tema resumiendo brevemente el desarrollo y formulando la solución o destacando con claridad las consecuencias que se siguen de lo dicho.

Si hemos planteado preguntas en la introducción, será el momento de darles respuesta de manera clara y concisa.

Por otra parte, si no consideráramos cerrado el asunto, convendría formular alguna nueva pregunta que indicara por dónde debería continuar la reflexión.

La conclusión puede incluir opiniones personales, siempre que se argumenten, y, también, recursos literarios que impacten positivamente en el lector.

EL COMENTARIO DE TEXTO

¿Por qué es elemental el Comentario de Textos?

La enseñanza de la técnica del Comentario de Textos pretende dotar al alumno preuniversitario de unas capacidades analíticas y críticas que le capaciten, no sólo a mejorar los resultados académicos actuales, sino también a madurar lo suficiente como para afrontar retos futuros con mayor solidez. En el comentario de texto intervienen unas facultades intelectuales de los que el alumno de Secundaria y Bachillerato suele carecer, por lo que un apoyo técnico y metodológico puede ser fundamental en su desarrollo como estudiante y como persona.

El carácter interdisciplinario de esta habilidad suele provocar que el alumno escaseen los conocimientos suficientes como para desenvolverse con soltura, por lo que habitualmente el fracaso o la falta de exigencia del profesor suelen ser las consecuencias. No hay que olvidar que el Comentario de Textos es necesario en las pruebas escritas en materias de Bachillerato, como Historia de España, Historia Contemporánea o Filosofía, e incluso podríamos incluir a la materia de Arte, que, aunque explícitamente no se comenten textos, sí debe poseerse una cierta habilidad expresiva y organizativa de lo que se quiere decir sobre las imágenes propias de la asignatura.

De este modo poseer metodología y técnica del Comentario de Textos supone, para el alumno de Bachillerato, algo elemental para superar con facilidad las materias. Además, en la Universidad el alumno debe afrontar la realización de Comentarios de Textos donde debe reflejarse la madurez humana e intelectual que ha alcanzado el alumno en sus años de aprendizaje.

Claves para hacerlo correctamente:

Un Comentario de Textos no supone pasar a tu puño y letra algo que has estudiado previamente. No consiste en que el profesor ayude a entender unos contenidos para que luego sean plasmados en el papel. CONSISTE EN MANEJAR ESOS CONTENIDOS ESTUDIADOS.

Seguramente podrán pensar en un tema que ustedes manejen con holgada facilidad (cine, ciudad, deporte, arte…), cualquier curiosidad o afición de la que saben mucho más que los demás. Bien. Si yo les enseño algo que hable sobre ese tema que tienen en sus cabezas, véase un artículo de periódico, un documental, un fragmento de libro, una foto… probablemente serían capaces de contarme pelos y señales del asunto, incluso sin haberlo visto nunca antes. ¿Entienden? Es decir, siempre hay algo de lo que cada uno de nosotros sabe tanto como el que más, por lo que con sólo ver algo que aluda al tema podríamos decir qué, porqué y para qué es. Claro que dependerá lo bien que lo hagamos de la capacidad analítica y sintética que poseamos, del orden al contarlo y de la claridad en el lenguaje.


Un Comentario de Textos es eso, sabemos mucho de Platón o Descartes y ahora nos enseñan un trozo de lo que escribió. Ahora hay que ser capaces de desgranar todo lo que allí pone, relacionándolo con su teoría y yendo más allá, incluso valorando y actualizando el tema.

Es como entrar y salir constantemente del texto, con orden y sentido, mostrando toda la madurez posible que tenemos en nuestro intelecto. Además, cuanto más sistemáticos seamos mayor calidad tendrá nuestro comentario. El objetivo es demostrar que sabemos leer, escribir, relacionar ideas, sintetizar, explicar, valorar y actualizar ideas, dicho de una sola vez: tener madurez intelectual.

Se puede dividir el comentario en tres partes:

  1. Análisis. Decir qué es el texto, qué dice, localizando temas y orden. Debemos tener en cuenta que lo que comentamos es la parte de un todo, que tiene que tener sentido por sí mismo sin perder de vista el conjunto. Aquí se trata de centrarse en la parte.
  2. Justificación. Ampliación de los temas tratados, decir por qué lo dice. Aquí saltamos al todo sin perder de vista la parte. El objetivo es conseguir que se entienda lo que estamos comentando dándole contexto teórico, situándolo y ampliando los temas tratados para que se comprendan mejor. Por tanto aquí nos centramos en el todo.
  3. Valoración crítica. Enfrentar el texto y su justificación a la situación personal y contextual del lector y comentarista. Es la última parte, donde aparece el punto de vista de quien comenta de forma evidente y se puede sacar lo que dice el texto para enfrentarlo a otras perspectivas y contextos diferentes.

DIÁLOGO RACIONAL

El diálogo es una plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos. Racional es aquello que se hace con razón, con esa capacidad que tenemos de discurrir el entendimiento. Un diálogo racional se produce cuando se intercambian pensamientos entre dos o más personas mediante el lenguaje a través del cual se puede llegar a disipar dudas y aclarar conceptos. Esta forma de hacer filosofía se usa desde muy antiguo, siendo Sócrates el pionero en esto y su discípulo el primero en dejar constancia de esta técnica filosófica por escrito.

Sócrates, maestro de Platón, no dejó nada por escrito, pero sabemos de él que su manera de hacer filosofía era el diálogo racional con sus discípulos. Usaba lo que hemos convenido en llamar mayéutica o arte de dar a luz, basado en la convicción de que el alma ya poseía la verdad y que lo único necesario era ayudarla para hacerla salir (igual que una partera ayuda a nacer sin ser ella quien pare).

                El diálogo socrático consistía en preguntar a los discípulos sobre los grandes temas filosóficos como la belleza, el bien o la justicia, de forma que el interlocutor llegará a contradicciones o aclaraciones según fuera el caso. Platón utilizó esta técnica por escrito y casi toda su producción filosófica nos ha llegado en forma de diálogo donde mayoría de las veces aparece Sócrates como el maestro que dialoga con los discípulos.

                La historia del diálogo filosófico y racional ha tenido diferentes formas de protagonismo hasta que en las últimas décadas se ha producido un auge en Europa de esta forma de hacer filosofía. Los cafés filosóficos comenzaron a popularizarse en Francia en 1992 cuando un profesor de Filosofía de la Universidad de París, Marc Sautet, empezó a reunirse periódicamente con otras personas para tratar temas filosóficos en lugares públicos. Desde entonces no solo en París se producen, también en Buenos Aires, México y en otras grades capitales mundiales se realizan Cafés Filosóficos de forma regular.

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