Freud decía que la conciencia elaboraba mecanismos para desahogar los instintos reprimidos. Las pulsiones de la libido que la cultura oprime y limita son desviados hacia fines totalmente aceptados y valorados por la sociedad. Esto ha ocurrido siempre, más allá de la interpretación que Freud le quiera dar a esto. De alguna forma es cierto que el ser humano siempre ha encontrados formas de soltar su lado animal y las ha integrado en su cultura. El baile, la música, el deporte, el arte, son todas formas de desplazar lo más visceral de forma que lo mal visto sea bien visto.
Aunque una apreciación más de Freud nos dice que de todas formas, aunque seamos capaces de encontrar modos de manifestar todo nuestro ser, seguiremos teniendo malestar, porque nunca lograremos cumplir plenamente nuestros deseos. Entiendo aquí que ni los de la carne, ni los del consumo, ni los de la solidaridad, deseos que varían de unos a otros por su condición o educación y que de todas formas están tirando de las riendas de nuestra vida, haciendo que nos movamos, que critiquemos y que apreciemos nuestro entorno.