Debajo de sus ojos diminutos y celestes nos enseña una inocente complicidad a quienes nos cruzamos a su paso. No esconde nada. Camina cada mañana por el parque con paso firme. Viste una falda recta de paño, le llega por debajo de la rodilla, es azul marino. Encima se cubre con un abrigo gris claro, acolchado y algo brillante, le sirve para no sentir frío a esas horas del invierno. Seguro que alguna nieta vivaracha entrada en la treintena se lo habrá rebuscado por algún rincón de Internet. A veces lleva un gorro de lana, color blanco roto. Pasea por esos senderos con cierta liturgia, brindando sonrisas y “buenos días”, buscando socios a sus saludables pasos. Ahora que hace frío esconde sus manos tras unos guantes, más abrigados que bonitos.
Su belleza ya tiene que ver más con lo útil que con lo accesorio, así encara sus decisiones más importantes para verse guapa. Seguro que en otro tiempo sacrificó comodidades al presumir. Los zapatos ahora son negros y neutros, sin formas superficiales que interrumpan su función. Desde lejos aparenta más años, los corrige de cerca sosteniendo la mirada sincera al saludar. Ocurre igual con su cadencia, cuanto menos distancia los pasos son más jóvenes y frescos. La anciana del parque no quiere renunciar a su espacio y juega a rejuvenecerse en ese ecléctico escenario urbano.
Debe ser viuda. Debe haber tenido una vida sacrificada por otras vidas. Quizás haya sido así. El centro de una familia con dos trayectorias, la que se fue, por culpa del tiempo, y la que se le ha debido ir por necesidad. Ahora pasea sola y sin papel que protagonizar. Gasta su energía cada día, sin ahorrar nada, como lo hizo siempre, aunque ahora tenga menos y cueste más encontrarla. Aprendió hace tanto a hacerlo así que se le olvidó que podía dejarlo cuando quisiera. Yo quiero recoger su fuerza y su constancia, junto a su sonrisa, para guardarla en un tarro y utilizarlas cuando las necesite, por eso le devuelvo el saludo con todas mis fuerzas.
Supongo que el próximo día que pase por aquí volveré a verla y, si no es así, sólo espero que alguien lo haga. Sus medias son granate y abrigadas. Su rostro arrugado de tanto vivir.