JOSÉ DE MARÍA ROMERO BAREA

José de María Romero Barea (Córdoba, 1972) es profesor, poeta, narrador, traductor y periodista cultural. Es autor de Poesía (qué si no). Su primera sección, el corazón el hueco, consta de la trilogía Resurrecciones (2011), (mil novecientos setenta y) Dos (2011) y Talismán (2012). El poemario Un mínimo de racionalidad un máximo de esperanza (2015) inaugura la segunda sección.
Es autor, además, de la trilogía narrativa Interrupciones. Hilados coreografiados (2012) abre la serie. Le siguen Haia (2015) y Oblicuidades (2016). Ha traducido los poemarios Spanish Sketchbook / España en dibujos, de Curtis Bauer (2012), Disarmed / Inermes, de Jeffrey Thomson (2012) y Gerald Stern. Esta vez. Antología Poética (2014).
Colabora con sus reseñas, entrevistas y traducciones en publicaciones de ámbito nacional e internacional como El País (“Cartas a Babelia”), Le Monde Diplomatique, La Vanguardia (Revista de Letras), Claves de Razón Práctica, Ábaco, Quaderni Iberoamericani, Quimera y Nueva Grecia, de cuyo consejo de redacción forma parte. Los volúmenes La fortaleza de lo ilegible (2015) y Asalto a lo impenetrable (2015), incluyen una amplia selección de su obra crítica.

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Oblicuidades no es una novela. No solamente. Es a un tiempo poesía sin el corsé de la rima, monólogo teatral, ensayo ficcionado sobre la creación literaria y partitura musical en la que los silencios tienen tanto o más valor que las frases.
En esta tercera y última entrega de la trilogía Interrupciones, el universo narrativo de José de María Romero Barea vincula los destinos de sus protagonistas a las cartas del poeta, amigo, amante, tío y hermano Pablo Alba, cuya presencia fantasmal dirige desde la sombra los pensamientos y escritos de todos ellos, involucrando en este juego al lector, que debe erigirse en actor principal para atrapar al sesgo la verdad cifrada más allá de las palabras.

 

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Decía Octavio Paz que “la poesía debe ser un poco seca para que arda bien, y de este modo iluminarnos y calentarnos”. José de María Romero Barea ha llevado con Talismán esta máxima a su más alto exponente al lograr transmitir el calor y la emoción de su poesía a través de una sobrecogedora desnudez formal que no hace concesiones al artificio ni al adorno superfluo. Después de pulir incansablemente los versos que conforman su poemario, José de María ofrece al lector el protagonismo de la palabra, del concepto puro, sin el obstáculo de los signos de puntuación ni “la piedad de un adjetivo y casi sin la excusa de un contexto”, como bien indica Juan Andrés García Román en su atinado prólogo. Tras esta aparente sencillez se revela una expresión rica en sugerencias, imágenes, reflexiones, a veces entre el aforismo y el haiku, otras en forma de monólogo interior en el que la voz poética sospecha a menudo de su capacidad para proyectarse más allá del propio poema. Los poemas de Talismán son el resultado de una lucha permanente entre el autor y su voluntad de hacer que el lenguaje se doblegue a transmitir el significado exacto a través de la palabra exacta. Esta lucha no sería posible sin la presencia, invisible y omnipresente, a lo largo de la obra, de una fuerza, de un talismán que irradia la íntima convicción de que hay una recompensa final y alienta a seguir intentándolo aunque no se sepa “por qué o para qué este fatigar / el corazón a base de latidos”.

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