Todo cuanto hacemos está soportado por una rienda. Da tope a nuestras aventuras y sostén a nuestros miedos. En nuestras empresas se nos manifiesta como el límite. Nada escapa a la rienda.

Ella defiende su estatus, aquel que alcanzó hace mucho, antes que tú y yo existiéramos. Lo consiguió a base de provocar pavor a dejarse llevar. La mayoría de las veces no necesitaba coaccionar, ni pruebas prácticas que la avalaran, le bastaba con inquietar en silencio, el resto vino con el tiempo, la historia y la costumbre.

Por eso ahora es tan difícil desprendernos de ella, se nos olvidó hace demasiado que siempre se puede dar un paso más.

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